Familia Moderna.
En estas
edades el niño/a pasa buena parte de su tiempo aprendiendo habilidades nuevas,
desarrollando su capacidad de pensar y encontrando maneras de expresar su
creatividad.
Es entonces,
cuando se dará cuenta que la realidad exterior es ineludible. Hasta ese momento
el niño tan sólo contemplaba un mundo construido a la medida de sus deseos y
las condiciones exteriores no eran contempladas.
A esta edad casi todos los
niño/as sienten gran curiosidad por todo lo que les rodea. Esto supone una gran
ventaja en el proceso de aprendizaje, ya que para aprender no basta con tener
la capacidad sino que hay que tener también deseo de saber.
A esta edad jugar es una
forma de vivir. Los niño/as llevan a sus juegos los acontecimientos de la vida
diaria junto con las historias y los cuentos que ha oído.
Al jugar el niño/a se sitúa
al borde entre lo interno y lo externo, entre la fantasía y la realidad.
El niño/a de cinco años se
afana en encontrar la diferencia entre lo que es imaginación y lo que es
realidad. Sin embargo, vive atrapado a un mismo tiempo los dos mundos, el de la
realidad y el de la fantasía, y pasa rápidamente y, al parecer, con toda
facilidad de una a otra e esas dos “realidades”. Por una parte, se comporta de
una manera perfectamente normal. Por otra vive todavía en un mundo mágico. Las
cosas tienen vida, tanto los objetos que llamamos inanimados como los
verdaderos seres vivos. O mejor aún: es el niño el que hace vivir los objetos.
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